(AP Noticias) Por María Delfina Romero. Cuando la Risa No Alcanza
Por María Delfina Romero. Cuando la Risa No Alcanza
A la gorda la conocíamos todos.
La del abrazo fácil, la risa que contagiaba.
La veíamos así, luminosa, fuerte, siempre “bien”.
Y ahí estuvo el engaño: pensábamos que la alegría era un escudo, cuando en realidad era apenas un hilo sosteniendo un mundo que le pesaba demasiado.
Hoy su ausencia duele de una manera que no se puede nombrar.
Es un golpe seco, un baldazo frío que nos deja mudos.
Es de esas muertes que sacuden, que te agarran de los hombros y te dicen “Mirá. Prestá atención. Hay gente que está al borde, aunque no lo parezca".
La gorda no fue cobarde.
No fue débil.
Fue una persona que luchó más de lo que cualquiera vio.
Una persona que, agotada de pelear sola contra sus sombras, tomó una decisión que jamás debería haber sentido como única.
Y entonces nos queda la pregunta que quema:
¿Dónde estábamos?
¿Quién la escuchó sin minimizar?
¿Quién vio lo que se escondía detrás de esa sonrisa enorme?
¿Quién se animó a preguntar con verdad, sin miedo a la respuesta?
Ojalá esto nos despierte, nos rompa la indiferencia, nos enseñe a mirar más hondo.
A no creer que el que ríe está bien, que el que acompaña no necesita compañía, que el que siempre puede… no se cansa.
Porque si algo nos deja su partida es esta verdad tan dura como necesaria, nadie sabe la batalla que otro está librando en silencio.
Por ella, por su nombre, por su historia, por lo que era y por lo que ya no pudo sostener, hagamos algo distinto. Miremos. Preguntemos.
Abracemos sin medida.
Ofrezcamos un “¿cómo estás de verdad?” aunque dé miedo escuchar la verdad.
Que la gorda nos despierte.
Que nos haga menos duros, menos distraídos, menos cómodos.
Que su ausencia, tan injusta, sea un recordatorio de que la vida duele, sí, pero nunca tiene que doler sola.
Y que donde sea que esté ahora, encuentre esa paz que acá le costó tanto.
Hasta siempre, Gise.
-DELFI
Villaguay 2025-11-14